¿Deberíamos enseñar a los niños a temer a los desconocidos?
La importancia de confiar en los extraños en situaciones de peligro
"¡Nunca hables con extraños!" es una frase que muchos niños escuchan como precaución contra el secuestro. Sin embargo, la realidad es que los secuestros y rapto de niños suelen ser llevados a cabo por personas conocidas por ellos.
En junio de 2005, un niño de 11 años se perdió en el desierto de Utah durante cuatro días. Durante ese tiempo, se mantuvo en el sendero y vio a personas buscándolo, pero se ocultó de ellos deliberadamente por miedo a que alguien lo "robara". Afortunadamente, este juego de esconderse llegó a su fin y fue encontrado.
Este alarmante incidente demuestra lo poco sabio que es inculcar en los niños el miedo a los extraños. El mensaje de "peligro de extraños" puede dificultar que los niños desarrollen las habilidades sociales y el juicio necesarios para lidiar eficazmente con situaciones reales. En una situación de peligro, un desconocido podría ser su salvavidas.
Extraños y seguridad
Cuando se trata del riesgo relativamente bajo de secuestro, los niños suelen ser llevados por personas conocidas por ellos. Esto implica que necesitan tener una idea de en quién confiar. Perderse es más común, pero un niño perdido puede tener que pedir ayuda a un desconocido y debe desarrollar la capacidad de juzgar qué tipo de personas abordar.
La regla de "nunca hables con extraños" no protege a los niños en las situaciones a las que es más probable que se enfrenten. Además, puede resultar confusa. Los adultos no siguen ese comportamiento, a menudo hablan con extraños. Un niño puede no saber cómo definir quién es un desconocido y quién no lo es. Si los extraños son peligrosos, entonces deben parecer desagradables. Por otro lado, una persona amigable y atractiva debe estar bien. Aunque lo contrario pueda ser cierto, así es como puede funcionar la mente de un niño.
Qué pueden hacer los padres
Para los niños pequeños, nada reemplaza la supervisión cercana. Los niños en edad preescolar no entienden el riesgo y tienden a actuar por impulso.
Los niños necesitan desarrollar hábitos y actitudes que los protejan de las amenazas y peligros reales a los que se puedan enfrentar.
¿Qué hacer si se pierden o están en peligro? Deben quedarse donde están (o, en condiciones peligrosas, buscar el lugar seguro más cercano), tratar de llamar la atención y esperar a un rescatista.
¿Dónde viven? Una vez que los niños van a la escuela, deben memorizar su nombre, dirección y número de teléfono en caso de que se separen de la familia.
¿Qué hacer si alguien los hace sentir incómodos? Ya sea alguien que conocen o no, se les debe enseñar a confiar en sus instintos y buscar a un adulto en quien puedan confiar.
¿A quién pedir ayuda si se pierden? Por ejemplo, a un oficial uniformado, al personal de una tienda, restaurante o puesto de información, o a un padre con niños.
¿Cómo responder a situaciones? Practicar escenarios de "¿y si?", como perderse en un centro comercial, ser abordado en un parque o recibir una oferta de viajar con un desconocido. Muchas familias utilizan contraseñas; los niños deben pedirle la contraseña a cualquier persona que vaya a recogerlos.
El Consejo de Seguridad de Canadá anima a los padres a dar a sus hijos mensajes positivos y apropiados para su edad sobre la seguridad, teniendo en cuenta cómo los niños pueden percibir su mundo.