La importancia de la salud mental en los niños
Con el inicio del nuevo año escolar, padres y profesores se preparan para enseñar a los niños a aprender y mantenerse seguros, principalmente protegiéndolos de lesiones físicas y enfermedades. Sin embargo, hay un tema de seguridad que con demasiada frecuencia se pasa por alto: la salud mental. Recientemente, se ha hablado cada vez más de la salud mental en el contexto de la seguridad, pero los cuidadores suelen excluir este tema de las conversaciones de seguridad, a menudo debido a la incertidumbre sobre cómo abordarlo o a la falta de familiaridad con la salud mental.
Esto hace que su lugar en la discusión sea aún más crucial, ya que las enfermedades mentales no solo afectan el rendimiento escolar de los niños, sino que también pueden llevarlos a ponerse a sí mismos o a otros en peligro físico o causar daño. Es un ámbito en el que la discusión puede beneficiar tanto al niño como al cuidador.
Los mitos sobre la salud mental infantil:
Mito 1: Las enfermedades mentales no son reales. La salud mental es tan real como tener un resfriado, fracturarse una pierna o cualquier otra enfermedad o lesión a corto o largo plazo. Las enfermedades físicas y las lesiones tienen diversos grados de gravedad, duración y frecuencia. Lo mismo ocurre con las enfermedades mentales. La salud mental abarca una variedad de enfermedades, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la ansiedad, la depresión y el trastorno bipolar. Estas enfermedades varían en gravedad y se pueden controlar mediante medicación y/o terapia. Sin embargo, cuando estas enfermedades no se diagnostican ni se tratan adecuadamente, las personas enfermas pueden poner en peligro a otros o a sí mismas.
Mito 2: Los niños superarán estas enfermedades con el tiempo. Aunque los niños pueden superar hábitos, modas y "fases", la salud mental los acompaña durante toda su vida. Cuando decimos que alguien "superará" algo, generalmente nos referimos a un dolor temporal. Sin embargo, este término puede ser peligroso cuando se aplica a la salud mental, ya que intenta negar el hecho de que las enfermedades mentales son válidas, prefiriendo tratarlas como un mecanismo para llamar la atención o una peculiaridad que se puede ignorar. Según un estudio del Gobierno de Canadá, el 70% de los adultos que padecen una enfermedad mental mostraron signos de enfermedad cuando eran niños o adolescentes. Muchas enfermedades a largo plazo pueden tratarse con éxito si se busca tratamiento a tiempo.
Mito 3: Los padres malos causan enfermedades mentales. No existe una receta perfecta para ser padres, y no se debe considerar un fracaso si un hijo tiene una enfermedad mental. Debido a la variedad de enfermedades mentales, es fácil pasar por alto por completo los signos, y esto no se debe a la mala crianza. Los padres de niños con enfermedades mentales a veces se sienten culpables porque sienten que son responsables de no haber detectado los signos, o porque minimizaron la situación cuando su hijo intentó expresar su dolor. Casos como estos refuerzan la necesidad de hablar más sobre los problemas de salud mental, ya que no se deben a la malicia, sino más bien a la falta de comprensión.
Mito 4: Buscar tratamiento empeora la situación del niño. Los padres a menudo dudan en buscar ayuda médica por miedo a que su hijo reciba medicación innecesaria o pierda tiempo en terapia. Es importante recordar que los tratamientos que un niño puede recibir están específicamente adaptados a él. No hay dos químicas cerebrales iguales. Los niños con enfermedades mentales pueden estar bien solo con terapia, solo con medicación, o con una combinación de ambos. Existen profesionales en el campo de la salud mental que están capacitados para reconocer los signos de advertencia y entender los beneficios de la terapia y la medicación. Al igual que confiamos en los médicos para recetar medicamentos para enfermedades físicas, debemos confiar en los expertos en salud mental.
La salud mental no es fácil y puede ser preocupante cuando se trata de niños. Es esencial que los padres comiencen teniendo un diálogo abierto con sus hijos, en el que ambas partes puedan expresar cómo se sienten. Iniciar una conversación saludable con los niños desde temprana edad y proporcionarles un espacio seguro puede ayudarles a sentirse más cómodos buscando ayuda. Para obtener orientación sobre cómo iniciar la conversación o involucrar a su hijo, busque recursos externos como la escuela o el médico de su hijo.